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Podéis escucharlo aquí: http://produccionesdoradas.com/index.php?id=184
Un un hecho insólito, digno de ser incluido en la saga de “Aunque usted no lo crea”de Ripley, el pasado 02.11.2011, un grupo de estudiantes de economía tomó la decisión de retirarse en bloque de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard, en protesta por el contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia.
¿Qué hay de asombroso en este hecho?. En primera lugar, la protesta tuvo como destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, ex asesor del Presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos. En segundo lugar, porque de acuerdo a la carta entregada por los/as estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica. Y en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales globales y/o para asesorar a los gobiernos en materia de políticas económicas y financieras.
En diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se lee: “hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana ..(…) ..Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello”. La carta concluye: “No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Occupy wall street) . Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio”.
Según reportan los escasos medios de comunicación que le dieron cobertura a esta protesta, el movimiento de los estudiantes de Harvard a favor de una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas para hacer de Harvard una “universidad socialmente responsable”. Una de éstas consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos para el personal de servicios de la universidad que sufre las políticas de flexibilización laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase trabajadora norteamericana. Movimientos similares han comenzado a surgir en la Universidad de Duke (Carolina del Norte) y en la Universidad de Berkeley (California)
El movimiento iniciado en Harvard por un cambio en el enfoque dominante de la enseñanza de la economía no es nuevo. Más bien es un movimiento que viene a sumarse a la iniciativa por un cambio en la enseñanza de esta disciplina que iniciaron en mayo de 2000 los y las estudiantes de las universidades francesas y que meses después recibió el apoyo de estudiantes de Cambridge, Inglaterra.
En ese entonces, también el movimiento estudiantil francés hizo pública una carta declarándose globalmente descontento por la enseñanza recibida, que les impedía lograr una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales las personas se enfrentan en el mundo real. Un pasaje de esta carta señalaba que “ la mayor parte de nosotros ha escogido la formación económica con el fin de adquirir una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales el ciudadano de hoy en día se encuentra confrontado. Ahora bien, la enseñanza tal como es expuesta –es decir en la mayor parte de los casos la teoría neoclásica o enfoques derivados –, generalmente no responde a esta expectativa”. La carta finalizaba con un exhortación al profesorado francés similar al mensaje enviado al profesor Mankiw: ¡Despiértense antes de que sea demasiado tarde!.
Hace casi 200 años, John Stuart Mill al asumir como Rector de la Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores de dicha universidad, que la función de las universidades no es hacer que los estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como verdadero sino que su función es formar personas con capacidad de pensar por si mismas. De acuerdo a este gran economista y filosofo, las universidades deben enseñarles a las personas a “Poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de afirmarla……. El objetivo de la universidad no es enseñar el conocimiento requerido para que los estudiantes puedan ganarse el sustento de una manera particular. Su objetivo no es formar abogados ó médicos ó ingenieros (ó economistas) hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos……. Los estudiantes son seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o industriales; y sí se les forma como seres humanos capaces y sensatos, serán por sí mismos médicos y abogados (y economistas) capaces y sensatos”.
Es obvio que la incapacidad de las universidades actuales de formar economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias, sino más bien responde a factores relacionados con el rol que las universidades cumplen en la reproducción de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista en su fase neoliberal. Probablemente uno de los principales factores explicativos de la crisis en la enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida de la identidad e independencia de las universidades debido a que han sido capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del mercado. Se les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en empresas educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo: economistas especialistas altamente calificados/as y economistas generalistas poco calificados/as para apoyar a especialistas o para desempeñarse en funciones gerenciales. Esto a su vez ha conducido a una especie de fragmentación del conocimiento y a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El resultado final? Economistas formados para adaptarse y/o colaborar con el status quo que mantiene a la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la pobreza.
El mensaje que desde Harvard envían los y las estudiantes de economía, no debería pasar desapercibido por las escuelas de economía del mundo entero, en particular por las escuelas de economía de los países del sur. Es tiempo de rectificar el rumbo (si se ha perdido en algún momento). Es tiempo de separar la verdadera función universitaria de la función de formación técnica superior, y sobre todo, es tiempo de devolverle a la enseñanza de la economía el carácter crítico, riguroso e integral que tanta falta hace en los momentos actuales de crisis sistémica que ha provocado el sistema capitalista.
Si no actuamos ahora, con hechos y no con meros discursos, las escuelas de economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en riesgo de correr – más tarde o más temprano- con la misma suerte del desafortunado profesor Mankiw.
StarViewerTeam International 2011
Ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Autora:
EL CUADERNO DE BARRO
El cuaderno de barro es un trabajo de amor y respeto cultural en toda regla. Miquel Barceló (que conoce la cultura de Mali de primera mano, puesto que ha vivido muchos años en el país, medio afincado) agrupa a sus amigos y colaboradores para que le ayuden a organizar la performance con Josef Nadj, una actuación que tendrá lugar para toda la gente de la zona. El material de base es el barro, maleable y multiforme, primitivo y austero como lo es la tierra del País Dogón. Barceló y Nadj labran el barro, como los dogones viven de labrar sus áridas tierras, labran construyendo una danza mural y un muro danzante que termina con una metamorfosis de máscaras fangosas que encarnan a dioses más antiguos que los antiguos dioses de las tradiciones occidentales, máscaras más propias del país que de las culturas de origen de los dos artistas. Los niños, hombres y mujeres ríen y aplauden sus gestos en una complicidad total. Los rostros de los niños inundan de bondad y alegría la pantalla, de belleza natural, como la que poblaba el rostro de las mujeres de Burkina Faso en Sans Soleil de Chris Marker o los niños de Herz Frank en Ten minutes older. Filmando la concentrada y maravillada atención de los espectadores, Lacuesta consigue transmitirnos la magia del espectáculo a kilómetros de distancia. Quizás en nuestras casas cerradas llevamos mucho tiempo haciendo de espectadores de demasiado falsos espectáculos y tengamos ya las retinas hipertrofiadas de tanta engañosa representación. En este caso ocurre lo contrario: la mirada de los (algo neófitos) espectadores dogones rebrota ante una representación que da forma a un relato y a una materia poética con la que conviven a diario, pero nadie se la había contado así. Para ver mejor lo que pasa los niños se suben a los árboles, entonces se debió preguntar Lacuesta: ¿por qué no subir también a los árboles a nuestros personajes en la ficción? Los negros albinos posan ante Barceló con gran ternura y fragilidad, ¿por qué no hacerlos partícipes con su idiosincrasia propia también en la ficción? El documental empieza con una historia que cuenta uno de los amigos de Barceló, Amassagou, quien dice que ha escuchado historias de seres medio mujeres, medio peces (una especie de sirenas) que eran comidos por los hombres y, al haberlo escuchado, lo da como real. Ya no es aquello de si non e vero e ben trobato, sino que todo lo “trobato”, “e vero”, sin lugar a dudas. Al ver estos frescos culturales, uno se da cuenta de lo cansada que está nuestra imaginación, nuestra capacidad de fabular, de ahí que tengamos que dar las gracias a Lacuesta y su equipo por llevar esta “pulsión fantástica” a Los pasos dobles.
LOS PASOS DOBLES
Estructura
Los pasos dobles es la búsqueda de un tesoro que no existe, que brilla en su propio proceso de caza sin presa, un juego de espejos donde lo que espejea es la fábula, la confabulación de historias que se entrecruzan sin conclusión posible, una verdadera mise en abyme. Algo cercano a las palabras del sabio Rumi: “¿Quién hace estos cambios? Disparo una flecha a la derecha, cae a la izquierda. Cabalgo tras de un venado y me encuentro perseguido por un cerdo. Conspiro para conseguir lo que quiero y termino en la cárcel. Cavo fosas para atrapar a otros y me caigo en ellas. Debo sospechar de lo que quiero”. Pero también cercano a Las mil y una noches donde Sherezade, la cuentacuentos, se convierte en una heroína al salvar a muchas mujeres y a ella misma de la muerte a través de las historias que va contando al sultán Shahriar. ¿De cuántas muertes cotidianas nos habrán salvado tantos libros, dibujos y películas? Uno se tiene que olvidar de la clásica estructura narrativa del planteamiento-nudo-desenlace y su linealidad argumentativa, Los pasos dobles es una urdimbre de historias en fuga, como ocurre en el Así habló Zaratustra de Nietzsche (uno de los indispensables de Augiéras, el protagonista de la historia) donde Zaratustra baja de las montañas para hundirse en su ocaso. Un laberinto de historias protagonizado por dogones anónimos, una comunidad de negros albinos, militares, farsantes, pintores y pintores farsantes, bandoleros, concubinas y pueblos fieles a viejos rituales, cabras y fantasmas, entre otros. Umberto Eco en Lector in fábula, proponía la abducción frente a la inducción y a la deducción como forma básica y necesaria de interpretación de los textos, de ahí que Los pasos dobles la gocen más los lectores-espectadores que pacten amorosamente que los que intenten hacer análisis y juicio a toda costa; la vivirán aquellos que alguna vez han perdido el sueño leyendo a Conrad o Stevenson, los que aún son capaces de recuperar la mirada mágica del niño, el que se sorprende de la existencia de cada cosa, por eso Lacuesta afirma: “Los niños están acostumbrados al estilo que propongo, donde no importa tanto el final del cuento como la siguiente aventura . Con ellos no hay que ser muy específico a la hora de contar lo que pasa entre una aventura y otra”. Los niños más cinéfilos, por otro lado, podrán encontrar el rastro de Jarmusch (el de The Limits of Control), Pasolini (el de la trilogía Las mil y una noches, Los cuentos de Canterbury y El Decamerón), Claire Denis, los Monty Python o Sergio Leone; como decía el crítico Jordi Costa, Los pasos dobles: “un puro western”. En esta tesitura, leer a través de las palabras o de las imágenes, es aventurarse a ilimitados “mundos posibles” con sus múltiples capas de lectura, tantas como lectores.
Personaje e historia
Los pasos dobles es también una suerte de heterobiografía del pintor, escritor y bandolero François Augiéras que, como ya hizo Arthur Rimbaud (una de sus influencias) se irá a viajar por Grecia y África a la aventura. Comenta Lacuesta en su diario de rodaje: “Sin duda, el joven Augiéras se veía a sí mismo como una mezcla imposible de fauno, poeta maldito, beduino, santo y pistolero, y siempre procuró vivir acorde con esos modelos extremos”. Augiéras era uno de esos personajes que cautivan a Lacuesta por ser capaces de ser muchas cosas a la vez, seres inapresables cuya vida cae en una perpétua ronda de ambiguedades, basculando constantemente entre el mito y la realidad, individuos fantasmáticos cuya leyenda puebla los anales de la historia por encima de los hechos. Por eso no en vano que Lacuesta empezó su carrera cinematográfica encarándose a Cravan, poeta y boxeador la muerte del cual aún es un misterio (Cravan vs. Cravan) o al espectro de Camaron en La leyenda del tiempo. Ciertamente, si algo nos deja el tiempo, esa termita imparable, es la leyenda y esa fue la que le llegó a Lacuesta cuando Miquel Barceló le explicó que Augiéras había pintado una especie de Capilla Sixtina en un búnker militar “para que lo descubriera el hombre del siglo XXI”; entonces decidió ir a encontrarlo en el País Dogon y hacer de esta búsqueda el argumento de la película y hacer del pintor mallorquín una especie de narrador omnisciente y mudo que va hilando el relato a través de las pinturas en paralelo a las andanzas de los personajes.
En el principio fue la risa
Los pasos dobles también es un golpe de estado a la gravedad inherente de toda una retahíla de películas de cine europeo (exceptuando Nani Moretti y algunos otros), siendo el tono humorístico una constante. Como comentábamos antes, y como también Jordi Costa se encargó de recordar, hay una huella de los Monty Python inevitable. Neil Postman en Divirtámonos hasta morir, decía que la parodia –y ponía de ejemplo a los Python- era una de las dos vías para evitar la muerte de la cultura, siendo la educación la otra. Lacuesta ya los referenció en una “acción de pedagogía anti-pedagógica” –por poco ortodoxa- en el Museo Picasso. A partir de la selección de una serie de videos Lacuesta inventaba el “otro Picasso”, y uno de los vídeos precisamente era un gag de los Monty Python en el que buscaban al pintor en medio de una carrera de ciclismo por la que pasaban todos los “grandes” pintores de la historia. Esta capacidad de desmitificar los forjados mitos (hallando en La vida de Brian su máximo apogeo) a partir de reficcionarlos es algo que Lacuesta hace con maestría. Los personajes de Los pasos dobles también predican o ejecutan en el desierto otra versión de la historia. Es curioso ver cómo en el desierto, donde los elementos en escena se reducen al mínimo, pueden surgir momentos de gran comicidad: pienso en una escena de Gerry en la que uno de los personaje se queda atrapado encima de una roca en el Cañón del Colorado, en La vida de Brian (indiscutiblemente) o en la escenografía principal de Los días felices de Beckett (la protagonista femenina enterrada en un montículo de arena). Una de las escenas de más comicidad es la que está inspirada en El barón rampante de Italo Calvino a la vez que en las prácticas de la gente del lugar: Augiéras se hace pasar por un ancestro de un muerto resucitado y decide vivir en un árbol (un baobab) mientras los habitantes de la zona le van llevando ofrendas. El personaje acaba balbuceando palabras incomprensibles y abrazado a los animales como un San Antonio del absurdo. El despliegue de todos estos mundos posibles a partir de poco o casi nada, resulta una refinada obra de ingeniería narrativa. Cuando el espectador intenta preguntarse el “por qué” de todo eso, es cuando la magia se rompe y la posibilidad de un mundo otro (base de la fábula) desaparece y la película se hunde bajo la dictadura del empirismo, la razón y la verosimilitud. Que la endémica falta de imaginación a la que nos ha llevado la sobrerepresentación en imágenes de nuestra sociedad no nos vuelva ciegos a aquellas obras que abordan historias y culturas sin moralismos, más allá de los tópicos, los prejuicios y lo políticamente correcto. Los caminos de la ficción son, o tendrían que ser, inescrutables.
Los pasos dobles ganó la Concha de Oro a la Mejor Película en el Festival de San Sebastián 2011. El cuaderno de barro puede verse por internet a través de la plataforma Filmin.
FICHAS TÉCNICAS:
LOS PASOS DOBLES
Dirección: Isaki Lacuesta
Guión: Isa Campo, Isaki Lacuesta
Dirección de fotografía: Diego Dussuel
Director de Arte: Sebastián Birchler
Ayudante de dirección: Luis Bértolo
Casting: Cendrine Lapuyade
Script: Isa Campo
Sonido: Amanda Villavieja
Montaje: Domi Parra
Música: Gerard Gil
Reparto: Bokar Dembele “Bouba”, Miquel Barceló, Alou Cissé “Zol”, Hamadoun Kassogue, Amon Pegnere Dolo, Amassagou Dolo, Adinum Dolo, Soumaïla Sabata, Djenebou Keita, Mahamadou Camara
Director de Producción: Luis Gutiérrez
Producción Ejecutiva: Luisa Matienzo, Dan Wechsler
Productoras: Tusitala P.C., Board Cadre Films, Televisión Española
País y año de producción: España, Suiza, 2011
EL CUADERNO DE BARRO
Dirección de fotografía: Diego Dussuel
Guión: Isa Campo, Isaki Lacuesta
Dirección de fotografía: Diego Dussuel
Director de Arte: Sebastián Birchler
Ayudante de dirección: Luis Bértolo
Casting: Cendrine Lapuyade
Director de Producción: Luis Gutiérrez
Sonido: Amanda Villavieja
Montaje: Lupe Pérez García
Música: Gerard Gil
Con: Miquel Barceló, Josef Nadj, Alain Mahe, Amon Pegnere Dolo. Amassagou Dolo, Wani Dolo
Producción Ejecutiva: Luisa Matienzo, Dan Wechsler
Productoras: Tusitala P.C., Board Cadre Films, Televisión Española
País y año de producción: España, Suiza, 2011
ETCÉTERA
ETCÉTERA
ETCÉTERA
videojournalism #06 (excerpt) from Workroomfilms on Vimeo.
(VERSIÓ CATALANA)
Oculus et aucellus
Un dia tenia 16 anys i em vaig plantar al Teatre Municipal de Girona a veure La calle del imaginero, de la companyia Mal Pelo. En aquella època poc sabia de teatre (tot i que n’havia llegit), ni de la retòrica del cos o de l’amor, més aviat ho evitava tot; per no tenir, no tenia ni un cos de dona, ni allò propi de l’edat, la prova visible de la teva pròpia fertilitat. El que vaig veure em va deixar commocionada, transformada, fins i tot em va portar a escriure un (crec que prou horrible) text de teatre (“Sis veus per a la consciència”) que es va quedar a l’ordinador de la meva germana gran, que un bon dia, sense adonarme’n i per sort, van llençar.
Havien muntat una arquitectura de fusta sobre l’escena, per on anaven entrant i sortint els personatges (a cavall entre Escher i Piranesi), a diferents alçades. Mai havia vist res semblant, de cop el teatre era una capsa màgica oberta a la imaginació, de forma entre natural i espontània. Tot i que hi havia un guió, hom tenia la sensació de que la representació anava creant-se ex nihilo i sense pautes davant dels teus ulls. Allà, en directe, aquest directe que per a mi representava la inversió de tot possible engany, com aucells antropomorfitzats, les persones podien volar.
Els cossos
Un personatge es presentava nu davant l’escenari. Vaig pensar que qualsevol cos, si li donaves temps de ser davant la teva mirada, automàticament es convertia en alguna cosa bella per antonomàsia, fos quina fos la morfologia, només calia deixar-lo ser, i una atenció consumada. El que no sabia era que si a més a més el tocaves, allò et podia deixar per sempre més segellada. Estava a anys-llum d’això, ja que si hagués tingut un software intern de programació automàtica d’auto-locomoció m’hagués estalviat molts mals de cap. Els personatges es relacionaven a partir de pulsions i verbalitzacions que per a mi eren noves i inesperades. Ja no era llegir o testimoniar les mil formes del desig en una pel·lícula o en un llibre, amb la gran distància física que comporten, sinó que el teu ull n’era el testimoni directe, i es comunicava (m’imagino les gràfiques piramidals de les teories de la percepció) amb alguna cosa semblant a una ànima. Per evitar mals endreços, dic “ànima” a tot allò que s’escapa de la meva comprensió empírica de l’existència i que de la forma més naif (bàsicament per intentar entendre-ho) penso que és el nucli més intern de l’organisme, i que és quelcom transversal a la matèria, entesa aquesta com un continuum. Aquesta ànima sempre passa per la pell, la nostra frontera amb l’Altre, de vegades fins i tot s’hi instal·la.
Era el COS: la novetat era el cos. I per algú tan solipsista como jo en aquell moment, allò era una novetat de vital importància: l’ull fent-se carn, és més, carn de l’altre. Després he vist molts autors que treballaven a partir de posar el cos sobre l’escenari amb una radicalitat corpòria, quasi histèrica, com passa amb la Fura dels Baus, amb en Romeo Castelluci o la Marta Carrasco, però no era el mateix efecte. Tenia la sensació que Mal Pelo escrivia l’alfabet del cos, i els altres (essent de naturalesa i intencions diferents), el literaturitzaven, l’embarrocaven, fins i tot alguns l’embarrancaven. El que m’agradava dels treballs de Mal Pelo era que, fos quin fos l’argument, la posada en escena, sempre hi havia un moment en què quedava clara la sentència: “això és un cos”. Sempre m’agrada tornar a l’origen, no sé com explicar-ho millor. Potser si us dic, com deia aquell: allà on no hi ha cos, no hi pot haver ànima. I en els cossos de Mal Pelo hi és tota: una ànima animalitzada.
El pathos
Els “imagineros” són els pintors i escultors de imatges sagrades, la majoria contretes amb gestos de dolor, de penitència o d’èxtasis. Als cossos de Mal Pelo els hi brilla la carn com a déus animals, els hi floreix el nervi com una magrana oberta al sol d’estiu i dels insectes, i de tant en tant volen (deixant la fixació de la carn enrera) i es recargolen en espirals de dolor, que el mateix moviment alleuja. Penso en aquest punt en el poema d’Andreu Vidal (mallorquí, com Pep Ramis, un dels fundadors de la companyia):
“Pensar amb violència, veient com lentament
el cos s'inflama
i una suor sangonosa va perfent
repugnants mars sobre el trespol,
sentint com les artèries, tibants,
dolorosament tendeixen cap a l'aire,
com va obrint-se
la pell sense un punyal.”
Com va obrint-se la pell sense un punyal i es posa en dansa. El 2001 la companyia va fundar, amb més gent, l’Animal a l’Esquena, un centre de pedagogia, creació i difusió de la dansa. En paral·lel van gestar l’espectacle homònim. L’Animal a l’Esquena és un dels noms més bells i fèrtils que he trobat per a una companyia, per a un projecte, per a una criatura o per a qualsevol cosa. La nostra pròpia animalitat, així com la nostra ànima (els dos extrems d’una mateixa cosa que em costa diferenciar), ens vigilen de prop, esquena amunt, esquena avall, i quan deixin de fer-ho, llavors més val que ens preocupem, no fos cas que tornéssim a l’autòmat, a desitjar que les coses funcionin i prou, a la seguretat d’allò que ja està previst, a aquells 16 anys de mutisme filo-corporal. Deixem, com deia Andreu Vidal, que un arbre ens creixi dins el cor, que travessi la nostra pell morta, que les branques s’enlairin com serps enllà la sepultura i xuclin l’entranya lluminosa del migdia, fins que els nostres nervis encesos estrangulin l’univers (1). Això que llegiria un any després de veure l’espectacle, és el que vaig comprendre després de veure La calle del imaginero, la màgia de les coses que apareixen i existeixen en la seva materialitat fluïda i rocosa, a renunciar a la renúncia i a la desaparició, però no a la incomunicació, a aixecar la mirada, a estimar el cos propi i sobretot el de l’altre, a trobar una comunicació més primària en aquest mirar-se, una dramatúrgia plena de llicències poètiques i absurdes, a desitjar a seques i per primera vegada. Van fer falta alguns anys per portar-ho a la pràctica, per veure la diferència entre “la pell que va obrint-se sense un punyal” o la pròpia apunyalada.
Enguany Mal Pelo torna per Temporada Alta.
L’apèndix:
Diu José A. Sánchez: “probablemente, de los espectáculos de Mal Pelo La calle del Imaginero fue, junto a L'animal a l'esquena, el que más se parecía a un libro, un libro ilustrado con imágenes que se instalaban en la memoria del espectador, y salpicado de palabras fácilmente legibles, pero difícilmente fijables en el interior de una estructura lineal. Lo importante es la sensación, la percepción de un mundo. Si La calle del Imaginero podía parecer un cuento (sólo en apariencia infantil), L'animal a l'esquena era como un libro de viaje, en que se habían ido anotando pequeños momentos y deseos (incluido ese otro viaje imaginariamente aún no realizado a París que funcionaba como motivo recurrente en el espectáculo). Constituía una réplica, diez años más tarde, a Quarere, y al elementarismo fabulador de éste se superponía ahora un discurso más reflexivo, por ello melancólico, voluntariamente ingenuo y por tanto inevitablemente irónico. Al margen de la mayor o menor efectividad del aparato escenográfico, la eficacia comunicativa del espectáculo residía en los cuerpos de los intérpretes, capaces de transmitir en solitario o interacción esa constante tensión entre la fortaleza y la duda, entre la ilusión y la fragilidad, entre la capacidad voladora y el encogimiento huidizo y tímido, entre la animalidad y la ternura, la composición y la espontaneidad”.
(1) "Un arbre li creix dins el cor, lentament travessa la seva pell morta, esqueixa, romp, les seves branques s'enlairen com serps enllà la sepultura, aspiren, xuclen l'entranya lluminosa del migdia, fins que la nit esdevé perennal, eterna, i els seus nervis encesos estrangulen l'univers”, El Foll, Andreu Vidal
(VERSIÓ CASTELLANA)
LA LARGA CALLE DEL IMAGINERO
Oculus et aucellus
Un día tenía 16 años y me planté en el Teatro Municipal de Girona para ver La calle del imaginero, de la compañía Mal Pelo. En aquella época poco sabía de teatro (aunque había leído bastante), ni de la retórica del cuerpo o del amor, más bien lo evitaba todo; por no tener no tenía ni un cuerpo de mujer, ni lo propio de la edad, la prueba visible de tu propia fertilidad. Lo que vi me dejó conmocionada, transformada, incluso me llevó a escribir un (creo que bastante horrible) texto de teatro (“Seis voces para la conciencia”) que se quedó en el ordenador de mi hermana mayor que, un buen día, sin darme cuenta y por suerte, tiraron.
Habían montado una arquitectura de madera sobre la escena, por donde iban entrando y saliendo los personajes (a caballo entre Escher y Piranesi), a diferentes alturas. Nunca había visto nada parecido, de golpe el teatro era una caja mágica abierta a la imaginación, de forma entre natural y espontánea. Aunque había un guión, uno tenía la sensación de que la representación iba creándose ex nihilo y sin pautas delante de tus ojos. Allí, en directo, aquel directo que para mí representaba la inversión de todo posible engaño, como pájaros antropormizados, las personas podían volar.
Los cuerpos
Un personaje se presentaba desnudo delante del escenario. Pensé que cualquier cuerpo, si le dabas tiempo de ser delante de tu mirada, automáticamente se convertía en alguna cosa bella por antonomasia, fuera cual fuera la morfología, sólo hacía falta dejarlo ser, y una atención consumada. Lo que no sabía aún era que si además lo tocabas, aquello te podía dejar para siempre sellada. Estaba a años-luz de aquello, ya que si hubiera tenido un software interno de programación automática de auto-locomoción me hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza. Los personajes se relacionaban a partir de pulsiones y verbalizaciones que para mí eran nuevas e inesperadas. Ya no era leer o testimoniar las milaformas del deseo en una película o en un libro, con la gran distancia física que comportan, sino que tu ojo era el testimonio directo, y se comunicaba (me imagino las gráficas piramidales de las teorías de la percepción) con alguna cosa parecida a un alma. Para evitar malentendidos, digo “alma” a todo aquello que se escapa de mi comprensión empírica de la existencia y que de la forma más naif (básicamente para intentar entenderlo) pienso que es el núcleo más interno del organismo y que es algo transversal a la materia, entendida esta como un continuum. Esta alma siempre pasa por la piel, nuestra frontera con el Otro, a veces incluso se instala en ella.
Era el CUERPO: la novedad era el cuerpo. Y para alguien tan solipsista como yo en aquel momento, aquello era una novedad de vital importancia: el ojo haciéndose carne, es más, carne del otro. Después he visto muchos autores que trabajaban a partir de poner el cuerpo sobre el escenario con una radicalidad corpórea, casi histérica, como pasa con la Fura dels Baus, con Romeo Castelluci o Marta Carrasco, pero no era el mismo efecto. Tenía que sensación que Mal Pelo escribía el alfabeto del cuerpo, y los otros (siendo de naturaleza e intenciones diferentes), lo literaturizaban, lo embarrocaban, incluso algunos lo embarrancaban. Lo que me gustaba de los trabajos de Mal Pelo era que, fuera cual fuera el argumento, la puesta en escena, siempre había un momento en que quedaba clara la sentencia: “esto es un cuerpo”. Siempre me gusta volver al origen, no sé cómo contarlo mejor. Quizás si os digo, como decía aquel: donde no hay cuerpo, no puede haber alma. Y en los cuerpos de Mal Pelo está toda: una ánima animalizada.
El pathos
Los “imaginero” son los pintores y escultores de imágenes sagradas, la mayoría constreñidas con gestos de dolor, de penitencia o de éxtasis. A los cuerpos de Mal Pelo les brilla la carne como dioses animales, les florece el nervio como una granada abierta al sol del verano y de los insectos, y de tanto en cuanto vuelan (dejando la fijación de la carne detrás) y se retuercen en espirales de dolor, que el mismo movimiento alivia. Pienso en este punto en el poema de Andreu Vidal (mallorquín, como Pep Ramis, uno de los fundadores de la compañía):
“Pensar amb violència, veient com lentament
el cos s'inflama
i una suor sangonosa va perfent
repugnants mars sobre el trespol,
sentint com les artèries, tibants,
dolorosament tendeixen cap a l'aire,
com va obrint-se
la pell sense un punyal.”
Cómo va abriéndose la piel sin un puñal y se pone en danza. En 2001 la compañía fundó, con más gente, L’Animal a l’Esquena, un centro de pedagogía, creación y difusión de la danza. En paralelo gestaron el espectáculo homónimo. L’Animal a l’Esquena es uno de los nombre más bellos y fértiles que he encontrado para una compañía, para un proyecto, para una criatura o para cualquier cosa. Nuestra propia animalidad, así como nuestra alma (los dos extremos de una misma cosa que me cuesta de diferenciar), nos viglan de cerca, espalda arriba, espalda abajo, y cuando dejen de hacerlo, entonces más vale preocuparse, no fuese que volviéramos al autómata, a desear que las cosas funcionen y basta, a la seguridad de lo que ya está previsto, a aquellos 16 años de mutismo filo-corporal. Dejemos, como decía Andreu Vidal, que un árbol nos crezca dentro del corazón, que atraviese nuestra piel muerta, que las ramas se eleven como serpientes más allá de la sepultura y sorban la entraña luminosa del mediodía, hasta que nuestros nervios encendidos estrangulen el universo (1). Esto que leería un año después de ver es espectáculo, es lo que comprendí después de ver La calle del imaginero, la magia de las cosas que aparecen y existen en su materialidad fluída y rocosa, a renunciar a la renuncia y a la desaparición, pero no a la incomunicación, a levantar la mirada, a querer el cuerpo propio, pero sobretodo el del otro, a encontrar una comunicación más primaria en este mirarse, una dramaturgia llena de licencias poéticas y absurdas, a desear a secas y por vez primera. Hicieron falta algunos años para llevarlo a la práctica, para ver la diferencia entre “la piel que abriéndose sin un puñal” y la propia puñalada.
Este año Mal Pelo vuelve por Temporada Alta.
El apéndice:
Dice José A. Sánchez: “probablemente, de los espectáculos de Mal Pelo La calle del Imaginero fue, junto a L'animal a l'esquena, el que más se parecía a un libro, un libro ilustrado con imágenes que se instalaban en la memoria del espectador, y salpicado de palabras fácilmente legibles, pero difícilmente fijables en el interior de una estructura lineal. Lo importante es la sensación, la percepción de un mundo. Si La calle del Imaginero podía parecer un cuento (sólo en apariencia infantil), L'animal a l'esquena era como un libro de viaje, en que se habían ido anotando pequeños momentos y deseos (incluido ese otro viaje imaginariamente aún no realizado a París que funcionaba como motivo recurrente en el espectáculo). Constituía una réplica, diez años más tarde, a Quarere, y al elementarismo fabulador de éste se superponía ahora un discurso más reflexivo, por ello melancólico, voluntariamente ingenuo y por tanto inevitablemente irónico. Al margen de la mayor o menor efectividad del aparato escenográfico, la eficacia comunicativa del espectáculo residía en los cuerpos de los intérpretes, capaces de transmitir en solitario o interacción esa constante tensión entre la fortaleza y la duda, entre la ilusión y la fragilidad, entre la capacidad voladora y el encogimiento huidizo y tímido, entre la animalidad y la ternura, la composición y la espontaneidad”.
(1) "Un arbre li creix dins el cor, lentament travessa la seva pell morta, esqueixa, romp, les seves branques s'enlairen com serps enllà la sepultura, aspiren, xuclen l'entranya lluminosa del migdia, fins que la nit esdevé perennal, eterna, i els seus nervis encesos estrangulen l'univers”, El Foll, Andreu Vidal