viernes, 15 de abril de 2011

PRIMAVERA VISUALSOUND

Pavement. Clicar per ampliar.

(En Lluís Huedo em va dir si li feia un text pel documental que ha fet sobre el Primavera Sound 2010; he aprofitat per redireccionar-ho a Venuspluton!com -els companys ho penjaran en breu si és que no ho han penjat ja-, aquí va el text en la versió castellana)

AQUÍ ELS VÍDEOS!


Escribiré estas cuatro líneas de la misma manera con que Luís Huedo ha hecho el emotivo documental Primavera Sound 2010, sin inversión económica, por amor al arte y a la música, improvisando sobre la marcha; además lo haré sin tener un conocimiento muy específico del tema, a pesar de haber ido en diversas ediciones y padecer el mismo male malorum de buena parte del público, que es el haber descubierto en plena adolescencia aquella música que se convirtió, automáticamente, en la banda sonora de cualquier proceso de nostalgia, éxtasi o recuerdo.

Marabunta power
El Primavera Sound es uno de los pocos festivales que consigue hacerte llorar de emoción (y de rabia, si no te puedes costear la entrada) sólo leyendo el programa. Tan milenario nos parece, tan dinosaurio dentro del campo de los festivales de música independiente, que contarle diez años de vida resulta poco creíble. En cuatro años el festival quintuplicó el número de asistentes, pasando de los 8.000 iniciales a los 40.000 que hicieron pasarlo del folclore de El Poble Español al far west restorfuturista del Fórum de Barcelona el año en que este recinto “para las culturas” abrió sus puertas llenando de asfalto y actividades el litoral de Sant Adrià del Besós. Si antes la zona recibía “besosadas” (subidas caudalosas del rio que inundaban la zona), a finales de mayo recibe “indienadas”, olas de aficionados a la música indie, al pop-rock, al folk, a l’electro, al punk-rock y al roll, también al roll. Entre las centrales términas y los bares de toda la vida, la juventud y los no tan jóvenes llegan de todas partes del mundo con ganas de entregarse a sus ídolos; una de las otras promesas que se hacen todos los buenos aficionados a este tipo de música es el de descubrir la hornada de bandas nuevas, pero el amor a los padres y las largas noches aliñadas de excesos de todo tipo (también de la propia noche) acaban desviándole a menudo de sus objetivos. Y hablando de objetivos y de perder la cabeza, esto es una poco lo que consigue el documental: hacerte perder corazón y cabeza en el ambiente del festival y retratar cómo es vivido por el espectador y por el músico; en él quedan testimonados los deambulares del gruppie para llegar a sus tótems o para reencontrar lo que hace rato ha perdido (sea la cabeza, los compañeros, el dinero, el éxtasis o el sueño). Lluís se emmierda, y mucho, y muy bien, en lo que conoce: el público, las bandas, la música.

Impresiones de un youtubero
La estructura del documental es curiosa, funciona aleatoriamente, como su proceso de grabación: a la web accedes cada vez a un orden diferente de las distintas partes que lo conforman. Como si se tratara de un canal de Youtube o de una memoria abrumada que recupera recuerdos como quiere, o como puede en una mañana de resaca. Ni créditos, ni indicaciones, ni transiciones, el montaje de Huedo es seco, imprevisible, poco domesticado (y no será por falt ade conocimientos, dedicándose como lo hace habitualmente a la edició nde vídeo), salvaje, inteligente y, sobretodo, sorprendente. Qué bonita rabia que hacen los montajes que siempre te sorprenden (no se pueden imitar), y qué buen gusto que te dejan al final del viaje. El montaje respecta el proceso de grabación totalmente improvisado que fue siguiendo el día a día, viviendo y viendo (y bebiendo) el festival tal como lo hubiera hecho si no hubiera llevado la cámara de fotos compacta Lumix TZ7 encima. La decisión de usar una cámara poco profesional le sirvió para poder estar, técnica, narrativa y estilíticamente, del lado de los espectadores. Como un “youtubero” más (un “youtubero” dotado del arte de la narrativa audiovisual), su cámara aparece al lado del bosque de manos con cámaras que llenaban de flashes el escenario y la targeta de memoria de imágenes para el recuerdo de los habitantes de facebook. Con excepción del concierto de Half Foot Outside que, al ser su último concierto en Barcelona, fue grabado con instrucciones previas. Ai, el fetichismo que provoca el memento mori! Hace falta respetarlo.

La música por sobre de todo
En el documental se retrata al músico, antes que nada, como un devoto de la música, como un rastreador de bandas, de sonidos, de experiencias musicales. Vemos a J de Los Planetas entre el público durante el concierto de Él Mató A Un Policía Motorizado, Edi de Za! en el concierto de Atleta, los miembros de Two Dead Cats en el concierto de Nueva Vulcano, Dani de Pony Bravo rondando la zona donde tocaban Beak. Y también los ecuchamos, bonito es el momento en que los músicos anuncia a qué quieren o a qué no pueden asistir (porque les coincide la hora y el lugar con su actuación): Za! no pudiendo ver a Sunny Day Real Estate, Dan de Tortoise perdiéndose Crocodrile, los Nueva Vulcano no pudiendo terminar el concierto de The New Pornographers, Steve Albini de Shellac queriendo ir a escuchar Low, Gary Numan i Wire, Pony Bravo gozando con Shellac, Wire i Pixies, etc., Y así la gran fratria musical se muestra, se rompe la cuarta pared del escenario, desaparece la entronización de la estrella, cae el deslumbramiento de las parrillas de focos, se calma el griterío alocado de los fans, y sólo queda la música. Toda sola. Y el gesto, aquél, del músico. Y basta. Lo que importa.

Pater Familias
Lluís, en medio de la ebriedad audiovisual que resulta de adoptar, en primer lugar este punto de vista extremadamente subjetivo, en segundo lugar el ser simplemente un observador que espera en un rincón de fórum, se guarda dos cartas en el bolsillo: la primera se llama Steve Albini (Shellac) y la segunda Dan Bitney (Tortoise). Huedo entrevista estos dos representantes de lo que Dani de Pony Bravo llama “mundo viejuno”, y serán precisamente éstos y otros representantes del “mundo viejuno”, pilares imprescindibles de cada edición del Primavera Sound. De las confesiones claras e intimistas a la vez de Albini y Bitney, pasamos al escenario par aver algunos fragmentos de los conciertos de Sunny Day Real State o de Pavement, para los cuales parece que no haya pasado el tiempo o, si ha pasado, sólo lo ha hecho para mejorarlos como músicos. Huedo no duda en descomponer el relato, en fracccionar las canciones en función de momentos concretos y breves de atención y de maravilla súbita en la conemplación que pasan pr las manos de un guitarrista, una frase del cantate, un redoble de batería, un acorde final, la cerveza que aguantabas que se ha caído al suelo por quedarte embobado, y volvemos a empezar.
Del tránsito al éxtasis
El documental retrata también qué passa en estos grandes circos cuando no pasa nada, los tránsitos entre una zona y la otra del recinto, el agotamiento de los cowboys de este far west a veces crudo, a veces azucarado, la espera a que regresen todos tus colegas de los sanitarios, las escrituras de mensajes interminables de móbil para conseguir cuadrar el círculo del encuentro con aquellos que tenían que aprecer hace un par de horas, las idas y venidas como en un enjambre, con menos orden que desorden. El aburrimiento, también el aburrimiento y las pausas a tantas idas y venidas. Otra cerveza. Todo esto queda registrado sin escrúpulos y con tacto de montador. Pasado el tránsito, llegamos al éxtasis: los gritos primitivos de Za!, los cantos suplicantes de Nueva Vulcano y Él mató a un policía motorizado, la excentricidad irrefrenable de Monotonix, el feeling de Titus Andronicus y de Half Foot Outside, la locura vestida de ieti de Les Savy Fav, la fuerza de Beak y Sunny Day Real State, la contundencia y veteranía de Pavement, entre otros. Capas y más capas de músicas y músicos, como en una suculenta lasaña al final indigerible, donde el gusto del primero se pierde con la degustación del segundo, un hartazgo de los sentidos voluntario, hasta reventar, una escucha sedienta, como si viniéramos de una larga travesía del desierto, hasta que, con suerte, uno acaba muriendo de éxtasis o de agotamiento. Al final nos queda una extensa alfombra de residuos matinales en la zona, una pequeña lista de nuevos grupos de referencia en el bolsillo, horas de sobremesa para explicar aquel momento en que la guitarra se giró y………………….y dos o tres buenos recuerdos por día, y ya es mucho.

Menos festivales y más salas de conciertos, dijo él
En un momento determinado el documental muestra una de las ruedas de prensa del festival donde Luis Hidalgo dice que todo este exceso de festivales es insostenible, que va en contra de las salas de conciertos que es allí donde tienen que tocar los músicos. De acuerdo con el sistema de subvenciones púlicas actuales y viendo como el capital artístico y financiero se concentra en manos de unos pocos, este hombre ya puede quedarse tranquilo, muchos festivales caerán por el camino; no será el caso del Primavera Sound, viendo el extraordinario, monumental y megalómano programa del 2011, uno le vaticina larga vida al rei del indie. En algunos sectores de megalomanía también se muere, en este caso, no lo sé.
“¿Qué pensáis de esta arquitectura? Es raro, como
si hubibera envejecido mal, es mejor que muchas cosas,
pero la arquitectura moderna es rara, creo que no lo
tiene muy claro, un poco como la música
Dan Bitney (Tortoise) sobre el Fórum
Ingrid Guardiola