sábado, 20 de febrero de 2010

SUPER-8



"Televisión, globalización e identidades". Hablan de Foucault, Kristeva y Judith Butler. Bien, en extraño contexto, pero bien. Subo videos, byte a byte. Next frame: vamos a ver la muestra de Super8. Media hora esperando, sacramento santo, el de la proyección, los que llegamos tarde: tarde llegamos. Es cierto. Media hora haciendo cola en el frío parco.  ¿Por qué siempre llegamos tarde? Incluso cuando llegamos. A costa de evitar aquel momento en el que nada ha empezado y en el que todo el mundo está expectante de lo que va a suceder y donde lo social sustituye en su hiperescenificación del yo el placer niño del misterio de lo que va a acontecer y no sabemos.  Confundo una chica con una amiga, no me percato de la diferencia hasta que han pasado diez segundos de mirarle el rostro a un palmo de distancia. Se ríe, me sonrojo. Entramos. La chica se sienta a mi lado. Me siento extrañamente acompañada. Al cabo de un rato, de tanto haber esperado, me meo: en el bar escuchas a Nina Simone con su Sinnerman. La gente no atiende, tampoco pasa nada. Tú sabes, esto te basta. Rollos de Super8: un chiringuito en la playa, dos enfermeras psicópatas, un cine-poema con amor de fondo, cuatro pintores... y las imágenes de David Domingo, que son muy buenas. En él: Todo es de color, como cantaban Lole y Manuel. Unas cervezas con los amigos, recetas de comidas maravillosas para conquistar amores o el estómago, comprensiones bárbaras, risas más bárbaras aún, y horas, siempre tardías, para un cuerpo dudoso e incierto, muy bien disimulado entre las calurosas vestimentas de la amistad. Y cuando uno se separa de aquellos a los que ama, se encuentra solo, individuado, hundido en su abrigo, demasiado concreto, a estas alturas del año bastante sucio, subiendo la cuesta cotidiana, los veinte metros hasta el portal. Giras la llave. Los mismos escalones por los que te atrancas, irregulares, infinitos, cuando lo que esperas es llegar a la cama. Y de nuevo la cabeza ruidosa proyecta malas versiones de una fatal película llamada presente (no tan mala la mañana siguiente) con un nefasto protagonista al que llaman Yo. Entonces, vuelves a ella, a su piano, a dejar pasar las horas, y a que te embriague el sueño. Abro la libreta para leer lo que ha escrito Vanesa: "Mandonguilles matrimoniales", "Ensalada para solteros revolcolnes y arrechuchos", "Mejillones para el plantón o para la reconciliación, según se vea". Qué bien sienta la prosodia amical. Le doy al play. Say love me or leave me... Much more than this I did my way... Feelings... If you knew how I miss you, don't you know how I love you... todo se desvanece en una concreción transparente y demasiado firme a la vez, y todo sigue su curso natural, como inerte. La mujer negra sigue cantando por los siglos de los siglos. Y amén. Que lo que no lo cura el canto, no lo cura nada,  ni la mano de santo.  En los desvanes escondidos del amanecer a veces algunos ponen su música en silencio, entre el pezón de ella y los recovecos del ayer. Me desnudo, me visto de nuevo, publico, y me duermo. Es esto lo que voy a hacer. Escucho otra canción sin moverme ni un centímetro. La canción sustituye mi yo y mi hoy sin querer. Ha pasado an other day. 

2 comentarios:

O de FLANEURETTE dijo...

ayer me confundieron(dez-doblez)dos veces, me hizo mucha gracia-ilusion, acabe hablando con uno de ellos, cervecita y musicas...ah, e "inland empire" dos veces tambien, gambito-gamberro....salud!

Ingrid Guardiola dijo...

¿Ibas disfrazado de chica?¿De mi amiga?¿Fui yo quién te confundí? También hay el doble en Inland Empire: Laura Dern encontrándose a sí misma. ¡Aj! Pánico. abrazos