jueves, 28 de marzo de 2013

LA TEODICEA DE LEIBNIZ Y LAS SINGULARIDADES ELECTIVAS



Octavio Comeron, Arte y Posfordimos (notas desde la fábrica transparente), sobre la Teodicea de Leibniz: 

"Para analizar el funcionamiento simbólico que subyace en la Fábrica Transparente podemos recuperar otro ejemplo de arquitectura transparente, y que tal vez nos ayude a vislumbrar un aspecto especialmente sutil del discurso corporativo con el que la fábrica de Volkswagen construye su imagen. En este caso no procede de la imaginación de un arquitecto moderno, sino del imaginario barroco que recorre las páginas de La Teodicea de Leibniz. En ellas encontramos un pasaje en el que Teodoro se queda dormido y sueña que la diosa Palas se presenta frente a él y le dice: “¡ven y sígueme!”. Y le lleva a ver el Palacio de los Destinos que ella custodia, una “pirámide transparente” inmensa y resplandeciente. Esa pirámide compuesta de innumerables habitaciones es también una atractiva imagen de arquitectura transparente –y, hasta aquí, fácilmente podríamos ahora imaginarla surgiendo entre los rascacielos de formas extravagantes que se alzan en las nuevas metrópolis asiáticas. Pero la particularidad principal de esa espléndida arquitectura transparente, que Júpiter visita de vez en cuando para darse el placer de recapitular las cosas, es que se trata de una inmensa pirámide que tiene cúspide pero que no tiene fin. Es decir, tiene un vértice, un punto singular en lo alto, pero no tiene base, es infinita por abajo. Cada una de las estancias que la componen es un mundo posible: al entrar en ellas “ya no era una estancia, era un mundo”. La habitación que se halla en la cúspide, en el punto singular de su vértice, es el mundo actual tal como es. Cada una de habitaciones que se hallan por debajo es una versión distinta del mundo, una acumulación sin fin de mundos de lo que podría haber sido y no fue. Las estancias se hacían cada vez más hermosas a medida que, al acercarse a la cima, representaban “mundos mejores”. Esta figura permite a Leibniz proponer su visión teológica del mundo al quedar plasmado como singularidad que, en el vértice de la pirámide, representa al mundo real como cristalización de “el mejor de los mundos posibles”. Cada vez que Júpiter lo visita confirma su elección, de la cual no puede dejar de regocijarse. Deleuze destacó la lógica del acontecimiento que subyace en la noción leibniziana de singularidad. No queda lejos ese acontecimiento, donde cristaliza lo infinito y lo posible en el mejor de los mundos posibles, del modo en que Volkswagen esboza “un mundo fascinante like no other”, perfectamente pensado y diseñado hasta el último detalle.
  

2 comentarios:

ElConde77 dijo...

Sé que no tiene nada que ver, pero por alguna razón no he podido evitar acordarme de cómo utilizaba Jacques Tati la "arquitectura transparente" en PLAYTIME.

¡Saludos mapatxiles!

Ingrid Guardiola dijo...

Eso es, eso es! http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/thumb/8/8c/Play_Time_apartments.jpg/300px-Play_Time_apartments.jpg
Pues tiene mucho que ver!
abrazos!