jueves, 8 de julio de 2010
RETRO-THÈQUE: Echo & The Bunnymen en La Blogothèque
Echo And The Bunnymen | Killing Moon | A Take Away Show from La Blogotheque on Vimeo.
El videoclip del 1984
A modo de introducción
No voy a decir nada importante, pero hay algo obvio: vivimos en una completa musicofrenia, una nueva versión del síndrome de diógenes, amontonamos listas de canciones y artistas, horas de música en discos duros o unidades virtuales que almacenan toda la música que nos sobrevivirá a nuestro funeral, pero quizás no tanto a nuestra vida. La acumulación es la muerte, las piezas tienen que reemplazarse, y esto bien lo saben los que comercian con la música. Las “novedades” comparten escenario con los grandes dinosaurios en la fiebre revival a la que asistimos (además, un revival nada epocal, puesto que se revisitan todas las épocas a la vez, tanto en la esfera cultural como en el terreno de la moda y lo social). ¿No será este revival un auténtico carnaval? Que las palabras de la tribu decidan.
La blogothèque
En medio de este panorama está la Blogothèque, portal harto conocido a raíz de sus maravillosos “concerts à emporter” en el que dan voz a los mejores artistas de música de producción independiente del momento en contextos completamente anodinos y con un acústico estricto que invita a la captatio del espectador a partir de recursos mínimos, la sobriedad de la puesta en escena, una grabación de sonido impecable y una estética post-gondry, entre el videoclip y el neorrealismo (y que cada cual se imagine lo que quiera).
Echo & The Bunnymen: pasado
Hace poco que la Blogothèque decidió gravar a Ian McCulloch, vocalista de Echo & The Bunnymen, grupo de post-punk (para decirlo de alguna manera) que se dieron a conocer el 1980 con el disco Crocodiles, grabado unos días después de que yo naciera. ¿Por qué Echo & The Bunnymen en La Blogothèque? Esta idea me obcecaba, ¿por qué ir al homenaje? En todo caso el homenaje, las citas y el remix es inherente a la misma historia musical: Echo & the Bunnymen versionando When you’re strange de The Doors, que a su vez versionan con Alabama Song a Kurtz Weil, etc. En todo caso, lo más “viejuno” a lo que habíamos podido asistir en la Blogothèque eran unas gravaciones que hicieron de Vic Chesnutt (al cielo o al infierno seas, bendito). De hecho lo que me obcecaba era la canción que habían escogido para hacer este especie de unplugged, Killing Moon, una canción que formó parte del álbum Ocean Rain editado el 1984 (donde en la portada los músicos van en barca en una especie de viaje órfico por el Aqueronte) y que luego formó parte de Songs to learn and sing, una compilación del 1985. En la portada del disco aparecen los cuatro miembros de la banda de Liverpool en una especie de versión post-punk y neo-expresionista del Abbey Road de los Beatles, o emulando aquellas fantásticas andaduras de Ian Curtis y sus compañeros de Joy Division en el video de la vaticinadora canción Atmosphere. Ian McCulloch tenía sólo 25 años cuando cantó por primera vez Killing Moon, en el videoclip se sentaba en una mesa con su tez andrógina, con la escenografía “caligariana”, entre velos y sombras retorcidas, cantando a la luna, a los besos crueles y al destino, popeando la herencia romántica de aires góticos.
Echo & the Bunnymen: presente
Con más de sesenta años Mac vuelve, pero ya no lo hace encima del escenario (aunque siguen tocando), sino en una especie de backstage, trastero, habitáculo de personaje del subsuelo. La primera vez que vi el vídeo pensé que parecía escenificado por Douglas Sirk y rodado por Abel Ferrara. Da igual. ¿Qué pasa en la escena? Mac fuma constriñiendo el gesto. Empieza a tocar con un plano cerrado sobre su guitarra, cuando se abre vemos que hay una estrella negra en la pared, sombras, espejos, pero sobretodo sombras, y en medio él, escondido detrás de sus gafas de sol, en un lugar extraño que hasta el final no vemos que tiene una salida al exterior, que aquello no es un teatro mortuorio, o sí. Mac rasca las cuerdas de la guitarra a falta de poder rascar las de su garganta, su voz no sale, una desafinada entonación parece tararear el “fate up against your will”. El mismo fate (destino) que hizo que dos miembros de la banda murieran de un accidente de moto, que Mac ya no pueda cantarle al destino y sus atropellos. Cuando termina masca algunas palabras y Derrick Belcham, el realizador, le sirve un coñac en un vaso de plástico mientras Ian se fuma los restos de sus entrañas. En el epílogo muscita una canción que deja colgada porque ya no llega. Tanto camino para no llegar, ya ves. Encontré el video muy emocionante, mucho más que la mayoría de los de La Blogothèque (aunque aprecie en casi todos su valor), y no por el fetichismo que pueda sentir hacia el grupo y hacia lo irreversible del tiempo, sino porque el presente con toda su fuerza conformadora y todo el pasado con su vocación arqueológica, estallaban en la misma escena a partir de un solo hombre. En cambio algunos videos de músicos de ahora le dejan a uno completamente vacío, es decir, tan vacío como antes de visionarlos. Y es entonces cuando me vienen a la cabeza las últimas actuaciones de Leonard Cohen, Chet Baker, Tom Waits, entre otros, habiendo cumplido sus promesas, pero irredentos aún, emocionándonos con las botas y las arrugas puestas encima del escenario, pese a todo, más agradecidos que engreidos, tan devotos ellos de la vida como nosotros de ellos, extrañados por culpa de su pasado que les devuelve una imagen de ellos mismos que ya no reconocen, se vuelven “extraños frutos” (como en la canción de Billie Holiday) para saciar los paladares de nuestra nostalgia, y acaso de la suya. Por todo esto me gustó el video, y porque la canción Killing Moon es perfecta, y la vida no.
martes, 6 de julio de 2010
BIG BANG BOOM BLU
Maravilloso. Maravilloso. El último trabajo de Blu: "Big Bang Boom"
La banda de audio es perfecta, su técnica del stop motion, su animación ha ganado mucho desde MUTO, su sensibilidad con la que encadena las imágenes y las deriva hacia nuevas formas, cómo juega con el entorno en concreto y el espacio público en general de una forma espectacular (como le da nueva vida y cómo nos hace mirar de nuevo), cómo enriquece la interacción entre lo vivo y lo animado, cómo nos cuenta la historia de la humanidad en 10 minutos. Su propio estilo (que veíamos en las paredes de todo el mundo y en MUTO), algo de los Quai Brothers, algo de la animación checa (Jiri Trnka, Svankmajer, Hermína Týrlová…) y el mundo en la era del poscapitalismo.
Blu proyecta y materializa en sus muros paciencia y devoción: la misma que tenía el pintor de iconas, el artesano cuando labraba las "talles romàniques", el pintor de algún fresco nubiloso de alguna capilla quintina, el escultor barroco cuando esculpía luz y sombra y despertaba del mármol la terribilitá, Tarkovski sembrando el campo de Zerkalo. Sin intervalos, con fe y toda la potencia del maelstrom del siglo. Viva el arte en el espacio público, el único que aún es capaz de hacerlo hablar frente al balbuceo de las formas únicas de nuestra era.