videojournalism #06 (excerpt) from Workroomfilms on Vimeo.
"
Allò que una vegada va passar en la nostra història, en els segles de la decadència de l'Imperi romà, podria tornar a passar de nou. Fins i tot aleshores, el treball es va convertir en una ocupació de les classes lliures, "només per portar-los les obligacions de les classes servils", Hannah Arendt,
La condició humana"
Totes les penes es poden suportar si les posem en una narració o n'expliquem una història", Isak Dinesen
"
¡A la mierda!", Fernando Fernán-Gómez
Una nueva clase de genteManifestarse es poner de manifiesto algo en lo que prévia y tácitamente un grupo de personas se han puesto de acuerdo. El pasado sábado 15 de octubre, centenares de miles de personas en todo el mundo salieron a la calle para manifestar su indignación ciudadana contra la corrupción de los políticos, de los bancos, de los especuladores que no dudan en utilizar a la masa popular como un insumo para sus ruletas rusas particulares. La falta de transparencia política no es cosa nueva, ni el abono y cuidadoso mimo que los gobiernos prodigan hacia las empresas, bancos e iniciativas privadas que mueven grandes cantidades de dinero. El problema se hace real cuando se hace visible, que es cuando todo eso lo paga el pueblo quedándose sin trabajo, sin la posibilidad de pagar sus deudas, sin casa, sin cuentas, con cuentos, todos muy chinos, con nada. Está claro que la democracia sólo sirve para crear eufemismos por donde pasa, como aquel aristócrata de
El discreto encanto de la burguesía de Buñuel (que nos dejó retratado a todos por los siglos de los siglos y amén) que clama que él todo lo ha hecho a conciencia,
pero luego es capaz de sacrificar su vida para comer un poco más de delicatessens (todo en forma de parodia onírica). Ahí están las nuevas clases burguesas, las que se han enriquecido no sólo gracias a la herencia, sino también a la explotación de los asalariados en un chantaje laboral indefinido que se arrastra desde hace más de un siglo y, sobretodo, de la especulación con el dinero en borsa, de la especulación con los negocios immobiliarios, de la inversión en el mercado negro (armas, drogas, etc.), en definitiva, nos encontramos frente a una nueva clase que ha crecido gracias a alimentar una economía a base de "burbujas" que cuando explotan sólo salpican su veneno a los que están debajo (para decirlo burdamente). Son estos los que beben champán, sonríen y se cuentan sus secretitos ("mira estos desgraciados") mientras ven marchar a los
indignados de Wall Street. Sonríen de espanto, de ver a toda esta gente gritando que son el 99%, pero seguros en su balcón como lo estaban los emperadores romanos en sus púlpitos mientras veían como los esclavos iban muriendo a manos de gladiadores, esclavos ellos a su vez. Hombres con cara de pedófilos, mujeres con cara de quirófano, hombres y mujeres hijos de Saló. Esa es la clase de gente que tiene la desfachatez de salir a festejar sus lujos en público ante gente que apenas puede asistir a su presente, como si vieran pasar una marcha de majorettes o un desfile de animales exóticos que van siendo conducidos en manada por la policía como ridículos pastores del orden que son. Es esa clase la hija de otra clase que vimos morir asesinada (aunque sólo fuera un sueño) en la película de Buñuel que funciona como un contra-plano perfecto a las imágenes que nos han dejado de la marcha de Wall Street. Tanto las montadoras rusas como los miembros del Grupo Dziga Vertov y otros nos enseñaron del valor político que subyace en un contraplano, pero ¿qué pasa cuando el contraplano se da en un mismo plano secuencia como el que vemos en el vídeo de Wall Street?¿Qué pasa cuando la realidad pone en evidencia sus propias fisuras y, por lo tanto, los argumentos para la indignación?¿Cómo el balcón siguió siendo balcón y la indignación pasó como una tranquila marea del norte? Está claro que con violencia no se llega a ninguna parte, pero violencia es lo que contiene el mismo plano secuencia. Violencia es la coexistencia en un mismo plano de la precariedad y el champán.
Un poco de alegríaEvidenciamos, también, a través de este movimiento global, cómo los ítems culturales que nos unen cambian y ya no son cosa de una clase privilegiada (esa nueva clase burguesa que ha aparecido toma la cultura como algo irrelevante), sino que están en los "
bienes comunales" como agua de mayo. El Himno de la Alegría de Beethoven, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ha pasado de su mención de honor patrimonial a ser finalmente una obra de unión humana: ya se convirtió en las reivindicaciones holandesas contra los recortes en cultura en un leit motif, ahora ha podido escucharse este
15 de octubre en Sol. De la misma forma, este 15 de octubre nos ha dado los más bellos planos secuencias de la fratria humana que es la quinta esencia del movimientos de los indignados, como
éste de Pablo Useros.
Coda finalComo decía Hannah Arendt, la bondad es imposible en los confines de la esfera pública, hará falta algo más que eso para derribar los balcones y los áticos donde se gestiona maquiavélicamente el devenir de nuestros mundos posibles. Aunque "esta clase de gente" parece que olviden que los mundos posibles de este 99% también es su propio mundo y que los gusanos no atienden a clases ni a privilegios ni a champán.