miércoles, 16 de junio de 2010

EL BUEN SAMARITANO EN LA ERA DEL (post)CAPITAL (versión CAST)


“El museo de arte contemporáneo ha inventado el arte contemporáneo”, decía Maurice Blanchot, haciendo referencia a que estos edificios grandilocuentes de arquitectos de élite sólo pueden incluir cuadros como los que aparecieron en los años cincuenta y sesenta dentro del terreno del expresionismo abstracto y el colour field painting (sin menospreciar los artistas, está claro). No recuerdo quién dijo que Pollock era un invento de la señora Peggy Guggenheim, quien cogió alguien que viviera en condiciones precarias y que fuese más o menos lo suficiente maleable y sauvage para elevarlo a nivel de “marca” del museo. Las formas han cambiado, pero no tanto las actitudes. Esta semana ha aparecido la noticia que la Fundación Guggenheim ha abierto un concurso público de video-arte, juntamente con Youtube y HP, bajo el título de Youtube Play: Bienal de Video Creativo. Jugar es lo que ha hecho el arte a lo largo de su historia, pero era un juego en el que, como mínimo, aquellos que lo practicaban creían en él. ¿A qué juego jugarán los 20 vídeo-artistas que sean seleccionados para ser expuestos temporalmente en los diferentes museos Guggenheims?¿Cuáles son las reglas del juego?¿Cuáles las ganancias?

Las reglas son fáciles: envíanos tu vídeo, tú, “ciudadano-video artista” (como lo nombre el periodista de El país), y nosotros te pondremos en el altar de las musas y del público en general. Las ganancias están claras, son puramente de estatus sociocultural, en primer lugar el hecho de que tu obra haya pasado por el Guggenheim, por las paredes del edificio que el 1947 construyó Frank Lloyd Wright para la familia de origen judío que se enriqueció a través del negocio de las minas; en segundo lugar que la obra de cualquier artista amateur está al mismo nivel que las obras de video-artistas ya consagrados. Uno puede preguntarse qué incentivo tiene para un video-artista de renombre el participar en esta Bienal. En principio el de, precisamente, el “amor al arte”, pero mejor preguntarse qué incentivo a la creatividad da la misma idea de “concurso”? Además, concurso no remunerado. Nancy Spector, subcomisaria de la Fundación Guggenheim, recalca que no se trata tanto de una competición como de una celebración: “Será una celebración de carácter efímero, como la propia naturaleza de la red, donde todo ocurre deprisa”.

Un concurso donde el premio es que te dan una nueva imagen de ti mismo, una nueva efímera identidad, te dan la vacua capacidad del ídolo de cegar por un lapso de tiempo determinado el péplum y la historia, los 15 minutos de gloria de Warhol hechos realidad. Cabe destacar que no han querido dar premios: “No hemos querido dar premios precisamente porque hoy los artistas mezclan géneros y no queríamos crear categorías que limitaran la creatividad. El objetivo último es descubrir qué se está haciendo ahí fuera y ver si la base tecnológica de algo como Youtube, las redes sociales y estas nuevas formas de distribución online están contribuyendo a transformar el tipo de propuestas que hacen los artistas, afectan al producto creativo o incluso si Internet está generando nuevas formas de arte", declaraba Nancy Spector. La excusa de la falta de premios es el no querer establecer categorías que limiten la creatividad. La segunda parte del argumento no es tan descabellada: hacer un diagnóstico de todo lo que se está produciendo, de lo que hacen los video-artistas hoy en día. Aunque, ¿hace falta montar un concurso para esto?¿No son las plataforma de video on-line, por si mismas, un muestrario de lo que está pasando? Un muestrario no coaccionado por la presión de estar trabajando (no remuneradamente) por la Fundación Guggenheim)?

La liberación de los espacios expositivos para las obras de arte era una utopía que se ha realizado en parte, gracias a Internet. El problema de la propuesta que hace el Guggenheim es que la obra que envía el artista ha de pasar los filtros habituales del mercado tradicional del arte: envío de material, jurado y expertos, proceso de selección, etc. Explica Pedro Lorente a Los museos de arte contemporáneo cómo los “negocios” expositivos eran una tradición bien asentada en Londres (y también París), con un amplio repertorio de exhibiciones populares, algunas de las cuales mostraban obras de arte reciente, si esto servía para obtener ganancias a través de entradas, comisiones en ventas, rifas, publicaciones de estampas, catálogos, etc. Un tercio de la recaptación iba destinado a los autores de los cuadros, que además podían venderlos allí mismo. ¿Qué ha pasado dos siglos después? Los artistas se mueren para poder exponer sin percibir ningún tipo de beneficio más que el que otorga la misma institución: el valor simbólico de estar exponiendo en la esfera de la alta cultura. Sería un juego más honesto el organizar unas jornadas de puertas abiertas para que la gente haga la presentación de sus propios proyectos de una forma más o menos organizada (un poco como lo que en literatura se intenta hacer a través del Bookcamp).

Quieren recuperar la figura del amateur, el bricoleur, el recolector, aquel que trabaja no sólo con sus imágenes, sino que se apropia de las de los otros también de forma creativa, sobretodo en la esfera del Youtube, uno de los universos iconográficos más complejos, un magma de inteligencia y creación colectiva. Youtube, la Fundación Guggenheim y HP están acogiendo los nuevos “video-artistas ciudadanos”, que les llenan los contenidos de sus macro-instalaciones gratis y con esta buena imagen de intentar hacer creer que lo hacen para el artista desconocido que tiene que hacer carrera y que no tiene posibilidades de entrar en el viciado circuito del arte. Ahora bien, si yo tuviera seis museos repartidos por todos el mundo y cuatro en construcción como el Guggenheim, o si tuviera cien millones de usuarios como el Youtube, o si tuviera una plantilla de 88.000 personas como HP, seguramente también me dedicaría a jugar un poco, amigos no me faltarían con estas cifras. Jugar sí, ¿pero a qué?¿Y con qué objetivo? Quizás más valdría pensar sobre los resultados finales del juego: ¿más allá de los índices de participación (una nueva forma de share) queda alguna cosa? En todo caso, cabe añadir a la moraleja que incluso los grandes museos se están dado cuenta de que el horizonte cultural está cambiando y que el ciudadano tiene mucho qué decir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me entretengo mucho que tengo a Inés esperando, lo he leído rápido y me parece eso, que lo tengo que asimilar a ver qué pienso, pero es normal que no den premio.
Me pasé por Barcelona en el concierto de U2, y hace poco estuve con la peque cerca, en Port Aventura y lo pasamos bomba.
Si me acerco doy toque.
Un abrazo, tremenda.

Procras

Ingrid Guardiola dijo...

estupendo! un abrazo Procras!