El
Tribunal Europeo de los Derechos Humanos
22
de marzo del 2013: un
bloque de pisos del SAREB (Sociedad de Gestión de Activos Immobiliarios
Procedentes de la Reestructuración Bancaria), conocido como “banco malo” (un
45% del cual es presupuesto público) que llevaba tres años vacío es “ocupado”
por familias desahuciadas. El objetivo del SAREB es malvender el “patrimonio
público” (hablamos de pisos rescatados con fondos públicos), una buena parte a
inversores extranjeros privados que, a la vez, volverán a especular con él. Es
el octavo bloque en España que se libera. Actualmente hay quince.
16
de octubre del 2013: el
Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo suspende el desalojo de
la Obra Social PAH de Salt (el bloque de pisos liberados donde viven 15
familias -43 personas-). Este punto de inflexión marca un antes y un después.
5
de noviembre del 2013,
Estrasburgo: el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos levanta la suspensión
de desalojo, se deja a manos del Juzgado de instrucción número 3 de Girona la
decisión negociando con la Agencia Catalana de Vivienda y el abogado de la PAH,
Benet Salellas, el realojo de las familias. La PAH ha intercedido en el realojo
de más de 700 personas.
Una
gran familia
18
de noviembre del 2013: me
encuentro con las familias de la Obra Social PAH de Salt (más conocido como
“bloque Salt”). Me acoge Mónica Bertran y mi cicerona será Doris, a pesar de
que por el comedor comunitario pululen Bouchra, Yabu o Dora. Es el primer día
que reciben correspondencia, por fin han podido registrarse en el censo local,
es la confirmación del padrón: han empezado las mujeres con hijos, puesto que
el censo es el primer paso para la escolarización y el acceso a la sanidad. El
bloque está precedido por un gran huerto en forma de laberinto griego que
hicieron más de un centenar de personas en un solo día. Por entre los árboles
están las gallinas. El huerto y las gallinas proveen de alimentos al bloque, “también nos ayuda el hombre del bar, y los
bomberos, que nos llevan pan para un mes”, dice Doris. Ella recuerda cuando
los niños aprendieron, alucinados, que las gallinas hacían huevos y el gusto de
los alimentos no envasados. En el bloque llegaron algunas familias con niños que
no pasaban de los dos años, niños que no hablaban, temerosos de todo, niños que
hoy en día están completamente integrados en esta gran familia que es la
comunidad del bloque. De hecho, para ellos es un orgullo formar parte del
proyecto, y en la escuela lo viven como una heroicidad, también sus compañeros.
Ningún niño quiere volver a la insalubre vida anterior. Esta convivencia
multi-cultural e inter-generacional del bloque y sus efectos positivos sobre
todos los habitantes me hace poner un gran interrogante sobre la estabilidad y
necesidad de la familia nuclear blanca.
Organización
Doris lleva trece años en
Girona, en 2011 perdió la casa, le aplicaron la “dación en pago”, una solución
parcial que no resuelve el problema de la vivienda básica, su marido se fue a
Brasil, le diagnosticaron una enfermedad ocular degenerativa que acabará
dejándola ciega y se quedó sola, sin nada y con tres hijos. Doris estuvo tres
meses yendo cada día a la entidad bancaria, sin casa y sabiendo que mientras
ella estaba en la calle había centenares de pisos vacíos. Cuando Doris
descubrió la PAH, casi como un milagro, la respuesta vino sola. No tardaron a
instalarse en el bloque de Salt, a “liberarlo” como dicen ellas (puesto que la
mayoría de habitantes del bloque son mujeres). Al principio hicieron una
selección de familias y se ubicaron progresivamente, ya que no podían juntar
familias completamente destrozadas, no hubiera sido productivo, puesto que el
bloque quería instaurarse, desde el primer momento, como un símbolo de lucha.
Las familias que viven allí son de culturas de diferente procedencia y con
estructuras parentales muy diferentes. “Nunca
hubiera pensado que tendría que tener en cuenta cosas como el Ramadán para
organizar las asambleas”, dice Doris, “de
la misma forma que los maridos de las compañeras musulmanas que viven allí no
hubieran pensado nunca que acabarían con un delantal y respondiendo a la
gestión de las mujeres”. Cada familia vive en un piso, que no son de lujo
como dijo el Alcalde de Salt (“Estos pisos de lujo no son para vosotros”), a
pesar de que comparten algunos servicios: comedor, lavadora y congelador
comunitarios. El consumismo desenfrenado nos ha hecho esclavos de muchas
máquinas y pagamos por ello un precio muy caro, pudiéndolo evitar. Al principio
de vivir allí tuvieron continuados cortes de agua, incluso un día vinieron a
soldar los grifos para que no pudieran tener más agua y tuvieran que irse, pero
las mujeres lo impidieron, agarrándose instintivamente a los grifos y
poniéndose dentro del muro de cemento armado que la entidad bancaria había
mandado construir para que no tuvieran acceso al agua. También al principio
montaban guardias rotativas, como si fueran fugitivas, ilegales, cuando si de
algo huyen es, precisamente, de la miseria que el propio sistema favorece.
Desculpabilización
“Lo llaman banco malo para darnos la sensación que los otros son buenos,
pero todos son iguales”, dice Doris. Ahora es capaz de llamar las cosas por
su nombre gracias al apoyo de la PAH. De hecho, una de las tareas principales
de la PAH son los procesos de desculpabilización de las familias. Una sociedad
que gira alrededor del dinero expulsa todo aquel que no puede ganarlo ni
gastarlo, lo exilian, lo culpan y lo averguenzan. La PAH explica a las familias
el funcionamiento del sistema para que vean que ellos, más que culpables, son
víctimas, pero transitorias, evidentemente. A esto cabe añadir que algunas de
estas familias son inmigrantes, que es una doble sensación de aislamiento
permanente: el hecho de ser un inmigrante, y el hecho de no tener dinero ni
trabajo. En este proceso de “despertar” está el hecho de tener alguien con
quien interlocutar, que te escucha y que te orienta, que te da opciones, a la
inversa del gobierno y las entidades bancarias que destacan por su irresponsabilidad
e inhumanidad. “Los bancos llamaban a las
familias cada día, incluso lo habían perseguido hasta los colegios de los hijos”,
dice Doris. Muchas familias se sentían culpables de ser inmigrantes, culpables
de no tener nada, algunos incluso venían de situaciones familiares muy
desestructuradas (hablamos de maltrato de género) y en el bloque han encontrado
la salud mental necesaria y la fuerza grupal, aparte de tener acceso a los
mínimos “comunes” de la existencia: la comida y la casa. “Duermo de forma plácida porque sé que me levanto y al día siguiente
tengo comida. Antes no pasaba siempre”, dice Doris.
Acciones
Al principio la única
opción que les daban era que fueran a vivir con otras familias, como si fueran
una pila de trozos de carne. La administración, de natural, sólo responde a las
entidades bancarias maltratando todas estas familias, potenciando el
sentimiento de vergüenza, hasta que apareció la PAH, las camisas verdes y la
posibilidad de hacer frente a una situación que si a alguien tendría que
avergonzar es, precisamente, a los bancos y a los políticos. ¿Cómo se puede
resistir sin dinero? La PAH ha demostrado que se puede, si hay voluntad
colectiva de que las cosas cambien. Las familias se reúnen una vez a la semana
en el bloque, y también hacen una reunión semanal externa. Como comenta Doris:
“Hemos pasado del niño al adulto en un
día, al principio íbamos a todos los plenos del Ayuntamiento, entrábamos,
después nos recibieron los representantes de la Generalitat, aunque la reunión
la hicimos en la calle y, finalmente, los medios de comunicación nos llamaban,
conseguimos reuniones con la SAREB y hemos llegado a Europa; ahora ya no vamos
a los plenos, ya no es un problema local, sino europeo”. Su objetivo es
cambiar la Ley, de hecho, la nueva Ley de Seguridad Ciudadana que quiere
aprobar el PP no hace, sino, acorralar los escraches con multas imposibles, y
en esta propuesta de ley queda reflejada la fuerza del movimiento y la amenaza
que supone para el gobierno. Según Doris, “los
políticos no conocen la realidad, no pueden hablar de esto porque no lo han
vivido ni sentido, ni se lo imaginan. Se han alejado tanto que sólo defienden
sus intereses”. La PAH ha recibido ofertas para entrar a formar parte de
partidos políticos, pero no se quieren politizar, tampoco quieren mezclar la
religión (aunque no ha habido ninguna comunidad religiosa que les haya ofrecido
ayuda, excepto Cáritas). “No queremos
caridad, no queremos el pez, queremos pescar”, refuerza Doris. Dora y Doris
hablan de los compañeros muertos, los que se han suicidado, “antes que luchar, la gente se va y no vuelve”,
dice Dora, “estas son las víctimas que se
pagan”. Doris vino desilusionada de Chile, familiar de ejecutado político
durante la época de Pinochet, fue una gran activista para la instauración de la
democracia en el país; “aquí hay una dictadura, sólo faltan los sonidos de las
balas y la gente no despierta”, dice. Este colectivo de luchadoras que ha hecho
llorar a más de un guarda de seguridad de los bancos, sabe que el camino es
largo, que la lucha es difícil y que se puede hacer a través de varios frente,
por ejemplo, el 29 de noviembre Doris hizo de sí misma en Migraland, una obra de teatro dirigida por Álex Rigola y estrenada
en el contexto de Temporada Alta. Lo que está claro es que la mayoría de gente
a menudo nos aferramos a lo poco que tenemos y que no queremos perder antes que
luchar por el bien común. Pronto, incluso el alma será privada y mercantilizada
y Fausto será de un naturalismo estremecedor.
26
de noviembre del 2013:
acabo el texto y el juez señala una nueva fecha de desalojo del bloque, el 27
de noviembre.
27
de noviembre del 2013:
el bloque recibe el soporte popular y de la PAH y no los desalojan. Continúa la
lucha, la orden de desalojo, las negociaciones antes una administración vendida
al mejor postor.
13
de diciembre del 2013:
la policía de la Generalitat desaloja el Bloc Salt. Doris decide continuar la
resistencia y se queda a vivir en una tienda de campaña en medio del huerto.
El
Tribunal Europeu dels Drets Humans
22
de març del 2013: un
bloc de pisos del SAREB (Societat de Gestió d’Actius Immobiliaris Procedents de
la Reestructuració Bancària), conegut com a “banc dolent” (un 45% del qual és
pressupost públic) que portava tres anys buit és “ocupat” per famílies
desnonades. L’objectiu del SAREB és malvendre el “patrimoni públic” (parlem de
pisos rescatats amb fons públics), una bona part a inversors estrangers privats
que, a la vegada, tornaran a especular amb ell. És el vuitè bloc a Espanya que
s’allibera. Actualment n’hi ha quinze.
16
d’octubre del 2013: el
Tribunal Europeu dels Drets Humans d’Estrasburg suspèn el desallotjament de
l’Obra Social PAH de Salt (el bloc de pisos alliberats on viuen 15 famílies -43
persones-). Aquest punt de inflexió marca un abans i un després.
5
de novembre del 2013,
Estrasburg: el Tribunal Europeu dels Drets Humans aixeca la suspensió de
desallotjament, es deixa a mans del Jutjat de instrucció número 3 de Girona la
decisió negociant amb l’Agència Catalana de Vivenda i l’advocat de la PAH,
Benet Salellas, el reallotjament de les famílies. La PAH ha intercedit en el
reallotjament de més de 700 persones.
Una
gran família
18
de novembre del 2013: em
trobo amb les famílies de l’Obra Social PAH de Salt (més conegut com a “bloc
Salt”). M’acull la Mònica Bertran i la meva cicerona serà la Doris, malgrat pel
menjador comunitari pul·lulin la Bouchra, la Yabu o la Dora. És el primer dia
que reben correspondència, per fi han pogut registrar-se en el cens local, és
la confirmació del padró: han començat les dones amb fills, donat que el cens
és el primer pas per l’escolarització i l’accés a la sanitat. El bloc està
precedit per un gran hort en forma de Laberint Grec que van fer més d’un
centenar de persones en un sol dia. Per entre els arbres hi ronden les
gallines. L’hort i les gallines proveeixen d’aliments al bloc, “també ens ajuda l’home del bar, i els
bombers, que ens porten pà per un mes”, diu la Doris. Ella recorda quan els
nens van aprendre, astorats, que la gallines feien ous i el gust dels aliments
no envasats. Al bloc van arribar algunes famílies amb nens que no passaven dels
dos anys, nens que no parlaven, temerosos de tot, nens que avui en dia estan
completament integrats en aquesta gran família que és la comunitat del bloc. De
fet, per ells és un orgull format part del projecte, i a l’escola ho viuen com
una heroïcitat, també els seus companys. Cap dels nens vol tornar a la seva
insalubre vida anterior. Aquesta convivència multi-cultural i
inter-generacional del bloc i els seus efectes positius sobre tots els
habitants em fa posar un gran interrogant sobre l’estabilitat i necessitat de
la família nuclear blanca.
Organització
La Doris porta tretze anys
a Girona, el 2011 va perdre la casa, van aplicar-li la “dació en pagament”, una
solució parcial que no resol el problema de la vivenda bàsica, el seu marit va
marxar a Brasil, li van diagnosticar una malaltia ocular degenerativa que
acabarà deixant-la cega i es va quedar sola, sense res i amb tres fills. La
Doris va estar tres mesos anant cada dia a l’entitat bancària, sense casa i
sabent que mentre ella estava al carrer hi havia centenars de pisos buits. Quan
la Doris va descobrir la PAH, quasi com un miracle, la resposta va venir sola.
No van tardar a instal·lar-se al bloc de Salt, a “alliberar-lo” com diuen elles
(donat que la majoria d’habitants del bloc són dones). Al principi van fer una
selecció de famílies i s’hi van ubicar progressivament, ja que no podien juntar
famílies completament destrossades, no hagués estat productiu, donat que el
bloc volia instaurar-se, des del primer moment, com un símbol de lluita. Les
famílies que hi viuen són de cultures de diferent procedència i amb estructures
parentals molt diferents. “Mai hagués
pensat que hauria de tenir en compte coses com el Ramadà per a organitzar les
assamblees”, diu la Doris, “de la
mateixa manera que els marits de les companyes musulmanes que viuen aquí no
haguessin pensat mai que acabarien amb un davantal i responent a la gestió de
les dones”. Cada família viu en un pis, que no són de luxe com va dir
l’Alcalde de Salt (“Aquests pisos de luxe
no són per a vosaltres”), malgrat comparteixen alguns serveis: menjador, rentadora
i congelador comunitaris. El consumisme desenfrenat ens ha fet esclaus de
moltes màquines i en paguem un preu molt car, podent evitar-ho. A l’inici de
viure allà van tenir continuats talls d’aigua, un dia fins i tot, van anar a
soldar les aixetes perquè no poguessin tenir més aigua i haguessin de marxar,
però les dones d’allà van impedir-ho, aferrant-se instintivament a les aixetes
i posant-se dins el mur de ciment armat que l’entitat bancària havia manat
construir perquè no tinguessin accés a l’aigua. També al principi muntaven
guàrdies rotatives, com si fossin fugitives, il·legals, quan si d’alguna cosa
fugen és, precisament, de la misèria que el propi sistema afavoreix.
Desculpabilització
“Li diuen banc dolent per donar-nos la sensació que els altres són bons,
però són tots iguals”, diu la Doris. Ara és capaç de dir les coses pel seu
nom gràcies al recolzament de la PAH. De fet, una de les tasques principals de
la PAH són els processos de desculpabilització de les famílies. Una societat
que gira al voltant dels diners expulsa tot aquell que no pot ni guanyar-los ni
gastar-los, l’exilien, el culpen i l’avergonyeixen. La PAH explica a les
famílies el funcionament del sistema perquè vegin que ells, més que culpable,
en són víctimes, però transitòries, evidentment. A això cal afegir que algunes
d’aquestes famílies són immigrants, que és una doble sensació d’aïllament
permanent: el fet de ser un immigrant, i el fet de no tenir diners ni treball.
En aquest procés de “despertar” hi ha el fet de tenir algú amb qui
interlocutar, que t’escolta i que t’orienta, que et dóna opcions, a la inversa
del govern i les entitats bancàries que destaquen per la seva irresponsabilitat
i inhumanitat. “Els bancs trucaven a les
famílies cada dia, fins i tot els havien perseguit fins els col·legis dels
fills”, diu la Doris. Moltes famílies se sentien culpables de ser
immigrants, culpables de no tenir res, algunes fins i tot venien de situacions
familiars molt desestructurades (parlem de maltractaments de gènere) i en el
bloc han trobat la salut mental necessària i la força grupal, apart de tenir
accés als mínims “comuns” de l’existència: el menjar i la casa. “Dormo
de forma plàcida perquè sé que m’aixeco i al dia següent tinc menjar. Abans no passava
sempre”, diu la Doris.
Accions
Al principi l’única opció
que els hi donaven era que anessin a viure amb altres famílies, com si fossin
una pila de trossos de carn. L’administració, de natural, només respon a les
entitats bancàries maltractant a totes aquestes famílies, potenciant-ne el
sentiment de vergonya, fins que va aparèixer la PAH, les camises verdes, i la
possibilitat de fer front a una situació que si a algú hauria d’avergonyir és,
precisament, als bancs i als polítics. Com es pot resistir sense diners? La PAH
ha demostrat que es pot, si hi ha voluntat col·lectiva de que les coses
canviin. Les famílies es reuneixen una vegada a la setmana
en el bloc, i també fan una reunió setmanal externa. Com comenta la Doris: “Hem passat del nen a l’adult en un dia, al
principi anàvem a tots els plens de l’Ajuntament, hi entràvem, després van
rebre’ns representants de la Generalitat, tot i que la reunió la vam fer al
carrer i, finalment, els mitjans de comunicació ens cridaven, vam aconseguir
reunions amb la SAREB i hem arribat a Europa; ara ja no anem als plens, ja no
és un problema local, sinó europeu”. El seu objectiu és canviar la Llei, de
fet, la nova Llei de Seguretat Ciutadana que vol aprobar el PP no fa, sinó,
acorralar als “escarnis” (escraches)
amb multes impossibles, i en aquesta proposta de llei queda reflectida la força
del moviment i l’amenaça que suposa pel govern. Segons la Doris, “els polítics no coneixen la realitat, no
poden parlar d’això perquè no ho han viscut ni sentit, ni
s’ho imaginen. S’han allunyat tant que només defensen els seus interessos”. La PAH ha rebut ofertes per entrar a
formar part de partits polítics, però no es volen polititzar, ni tampoc volen
mesclar la religió (tot i que no hi ha hagut cap comunitat religiosa que els hi
hagi ofert ajuda, excepte Caritas). “No
volem caritat, no volem el peix, volem pescar”, reforça la Doris. La Dora i
la Doris parlen dels companys morts, els que s’han suicidat, “abans que lluitar, la gent marxa i no torna”,
diu la Dora, “aquestes són les víctimes
que es paguen”. La Doris va venir desil·lusionada de Chile, familiar
d’executat polític durant l’època de Pinochet, va ser una gran activista per la
instauració de la democràcia al país; “aquí
hi ha una dictadura, només falten els sons de les bales i la gent no desperta”,
diu. Aquest col·lectiu de lluitadores que han fet plorar a més d’un guarda de
seguretat dels bancs, sap que el camí és llarg, que la lluita és difícil i que
es pot fer a través de varis fronts, per exemple, el 29 de novembre la Doris va
fer d’ella mateixa a Migraland, una
obra de teatre dirigida per Àlex Rigola i estrenada en el context de Temporada
Alta. El que està clar és que la majoria de la gent sovint ens aferrem al poc
que tenim i que no volem perdre abans de lluitar pel bé comú. Aviat, fins i tot
l’ànima serà privada i mercantilitzada i Faust
serà d’un naturalisme esglaiador.
26
de novembre del 2013:
acabo el text i el jutge marca una nova data de desallotjament del bloc, el 27
de novembre.
27
de novembre del 2013: el
bloc rep el suport popular i de la
PAH i no els desallotgen. Continua la lluita, l’ordre de desallotjament, les
negociacions davant d’una administració venuda al millor postor.
13
de desembre del 2013: la
policia de la Generalitat desallotja el Bloc Salt. La Doris decideix continuar
la resistència i es queda a viure en una tenda de campanya enmig de l’hort.
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